Historia del futbolín

por | 20 octubre, 2014

Historia del futbolín

Seguro que más de una vez os habréis preguntado cuales son los orígenes del futbolín, pieza indispensable de nuestra cultura, pero ¿quién fue su creador?. En este artículo vamos a hacer un viaje hasta sus inicios.
Existen patentes anteriores que hacen referencia a juegos de mesa con parecidos a los futbolines tal y como los conocemos hoy, es por esto que existe una cierta discrepancia sobre su origen.

Historia del futbolín

Historia del futbolín

Los orígenes del futbolín se remonta a Alemania, donde fue  inventado por Broto Wachter entre los años 20 y 30 en un intento de trasladar el juego del fútbol a un juego de mesa, y al mismo tiempo en Francia se realizaron las primeras mesas de juego, independiente también en España, en Barcelona, Alejandro Finisterre inventó y perfeccionó el futbolín en su versión más moderna en 1937. Con lo que se podría decir que hubo una paternidad conjunta entre Alemania, Francia y España.

El futbolín tuvo mucha acogida en bares y clubes donde la gente se reunía para celebrar las victorias o beber y olvidar las derrotas de los muchos equipos locales de fútbol.

Las mesas de juego fueron construidas con cajas de madera artesanales, las varillas eran de madera y las figuras de los jugadores también eran hechas con bloques de madera, las puertas fueron cortadas en los dos extremos y cerradas con tela para recoger las bolas, el todo fue montado sobre unas piernas rudimentarias.

Su difusión fue tan rápida que en poco tiempo casi todos los clubes tenían su propio kicker, nombre con el que se identificaba el juego y que entró en el uso común. Incluso hoy en día, en Alemania, es uno de los nombres más utilizados para indicar el futbolín.

En el 1936 Alejandro Finisterre, un joven gallego que vagaba de un hospital a otro porque herido en los bombardeos de Madrid de la guerra civil, se dio cuenta de que la mayoría de sus compañeros de sala eran adolescentes como él, pero por desgracia, a causa de las heridas sufridas, los compañeros estaban indispuestos a jugar al fútbol.

Apasionado por el tenis de mesa, Alejandro Finisterre pensó que si se podía jugar una especie de mini tenis con raquetas y mesa verde, lo mismo podría hacerse con el fútbol.

Se crearon pequeñas figuras de madera montadas en largas barras horizontales y puestas en una estructura con un plan de juego en madera contrachapada con dos aberturas, una por cada lado corto, rodeadas de una pequeña red, al igual que el fútbol de verdad. “Yo estaba en Barcelona, cuando un líder anarquista que vio mi futbolín, me aconsejo de registrar la patente inmediatamente”, comentaba hace unos años Alejandro Finisterre en una entrevista. La invención fue registrada en 1937 en Barcelona.

Alejandro confía a su amigo Francisco Javier Altuna, un carpintero vasco, la fabricación del primer futbolín siguiendo sus instrucciones. Aunque la invención fue patentada en 1937,  Finisterre tuvo que exiliarse a Francia a causa del triunfo franquista en la guerra, perdiendo los papeles de la patente en una tormenta, con lo cual no hay forma de saber cómo era este diseño original ni su forma o medidas.
Después de exiliarse en América del Sur, introdujo algunos cambios como las barras de acero, y divulgó el juego por el continente.

El juego se expandió rápidamente por la Península Ibérica. Tanto es así, que en la década de los 60, cuando Alejandro Finisterre volvió, el juego se había extendido ampliamente, a pesar de que gran parte de esta divulgación se debiera al hecho de que los fabricantes valencianos asumieran el juego como nacional.

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